viernes, 24 de enero de 2014

EL DESVARÍO DE CALIPSO





 

Arnold Böcklin (1827-1901). Pintor suizo.



Ulises, reclinado sobre un monte de arena, posa la mirada en el mar solitario. Vive consumido por la nostalgia y cultivando el sentimiento pío y la memoria acerba.
      La ninfa, vestida de sus cabellos, lo llama a voces desde el pie de una encina rutilante.
     Ulises, el demoledor de ciudades, mira el vértigo de las nubes y piensa en el humo delirante del incendio, hoguera de los reinos caducos, y en la veracidad de su sobrenombre épico. El sol ejerce una vez más su autoridad de titán vencedor del caos.
     Ulises carece de su destral, de corte instantáneo, requerido para la sección de un pino y el aderezo de un esquife.
     Alcanza a nado un leño baldío por una centella del cielo, y viaja conforme el sesgo de una corriente visible entre las olas confusas.
     Una escolta de tritones, de visaje libertino, sopla, alborozada, su caracol de pabellón acústico.





De: Las formas del fuego (1929)   




José Antonio Ramos Sucre